No llegas a fin de mes. Te llaman diariamente a amenazarte con cobros impagables. Solicitas préstamos de dinero frecuentemente para responder por los créditos anteriores. Si esta es tu situación, lo mejor es declararse insolvente, y realizar todo el proceso que acabará con tu deuda de una vez por todas.
¡Calma! Declararse en insolvencia no es el fin del mundo. Muchas personas pasan por esa situación, y logran salir bien librados de ello. Una vez se tiene la experiencia de caer en esta circunstancia, es muy difícil repetirla.
Para declararse en insolvencia, debes tener las siguientes condiciones:
- Haber incumplido dos o más pagos, por tres meses consecutivos, a dos o más acreedores.
- Tener deudas como consecuencia de la actividad económica principal (por si pensabais que las deudas de juegos de azar cuentan, ya veis que no).
- Las deudas deben sumar el 10% del pasivo total del deudor.
A lo anterior, se le suman algunos requisitos ya propios de la naturaleza jurídica: pueden declararse insolventes quienes, cumpliendo lo anterior, tengan demandas en cobro coactivo, posean una deuda no superior a cinco millones de euros, y que no haya presentado antecedentes de fraude o delito contra Hacienda o Seguridad Social.
Una vez se es consciente de esta situación, lo primero que se debe hacer es acudir al juzgado mercantil. Esto en caso de que se desee hacer un proceso voluntario, porque los deudores pueden presentar un concurso de acreedores provocado.
Si el juez dictamina que realmente hay insolvencia, se pasa a un concurso de acreedores. Aquí se adjudicará un Administrador Concursal a cargo, quien estará en las etapas de convenio, liquidación, y calificación.
Es de resaltar que este proceso puede ser mucho más ágil si se llegan a acuerdos mutuos, ya que, de otra manera, se debe pasar a la liquidación de los bienes y el patrimonio del deudor.
¿Qué significa declararse insolvente?
Declararse en insolvencia significa que los ingresos no son suficientes para hacerle frente a las deudas que se han contraído con diferentes entidades financieras, o con instituciones públicas.
Esta situación también se traduce en que no se pueden generar nuevos créditos para el insolvente, pero, en contraposición, también significa que los intereses de todas las deudas se congelan, y que no se pueden presentar nuevas demandas de cobro.
En otras palabras, declararse en insolvencia es renunciar a la vida crediticia y, muy probablemente, perder los bienes o propiedades. Pero es, a la misma vez, un respiro ante las persecuciones e intimidaciones de los reclamantes.
Requisitos para declararse insolvente en España
Como se había mencionado anteriormente, se deben cumplir ciertos requisitos para declararse insolvente. Para demostrar que la cantidad de ingresos es muy inferior al monto total de la deuda, o que se tiene un salario que no cubre los gastos básicos mensuales más las deudas adquiridas, se debe presentar, ante el juez mercantil, la documentación que lo compruebe, como estados bancarios, demandas en curso, hipotecas, embargos, certificados de ingresos, etc.
¿Quién puede declararse insolvente?
Los procesos de insolvencia no están destinados únicamente a ayudar empresas: también pueden acogerse a ello personas autónomas y particulares. También es posible declararse en insolvencia inminente, esa que está próxima a llegar.
Por ejemplo, personas que han perdido recientemente sus empleos. Si ello era su única fuente de ingresos, y tienen varias deudas de grandes sumas con varios acreedores, pueden declararse en insolvencia inminente.
Para el caso de las empresas, se pueden acoger aquellas que llevan más de un trimestre sin realizar pagos a empleados, proveedores, e instituciones financieras. Aquí será el Administrador Concursal quien determine la viabilidad de continuar las operaciones de la compañía, o si se debe dar un cierre definitivo.
Tanto las empresas, como los autónomos, y personas físicas, pueden acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad, que les otorga la posibilidad de renegociar las deudas, e iniciar de nuevo la vida crediticia.
La Ley de Segunda Oportunidad y la insolvencia de las personas físicas
Desde 2015, la Ley de la Segunda Oportunidad ha ayudado a muchas personas a reiniciar su vida financiera, eliminando hasta el 100% de las deudas adquiridas, o hasta el 50% de las deudas con Hacienda o Seguridad Social.
Esta ley permite que se realicen quitas de la deuda, acuerdos de pagos, aplazamiento de abonos, y si todo ello no funciona, permite que un juez emita el BEPI, o Beneficio de Exoneración del Pasivo Insatisfecho, donde se cancelan las deudas del moroso por vía legal.
Para llegar a ello, el deudor debe haber cumplido varios requisitos, como el intento de realizar acuerdos de pago de las deudas, y haber obrado de buena fe, además de no haber tenido problemas de falsificación de documentos o detrimento a Hacienda.
En conclusión, llegar a un estado de insolvencia no es un hecho del cual no se pueda salir, ya que las leyes recientes protegen a los consumidores y a los afectados. Existen muchas herramientas para tener asesorías iniciales en estos procesos, que ayudarán a determinar los pasos a seguir. Recuerda que, si necesitas profesionales en el área, hemos creado una lista de los mejores despachos en esta materia.